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Punto Naranja, 2017. Con la tecnología de Blogger.
viernes, 18 de agosto de 2017

Yo soy yo y mis redes sociales


Por: Miguel Santana

Según Lacan el individuo tiene dos lentes importantes con los cuales se ve constantemente. El yo ideal, y el ideal del yo. El yo ideal es la persona que asumimos que somos, y lo que queremos ser en relación a eso. (Leader, 2008) Como por ejemplo, puedo decir que me es importante ser un tipo amigable, por lo tanto pongo fotos con mis amigos en distintos contextos (playa, fiesta, universidad, etc). Es la identidad que soy o que quiero ser, que es imposible de satisfacer completamente, según Lacan. Es una acción que repetimos constantemente.   Constantemente usamos las redes como una manera de expresar la persona que queremos ser, nuestro yo ideal. Mientras que por el otro lado está el ideal del yo, que se puede resumir en “quien creo que me mira”, donde me ubico cuando me mira y desde donde me mira el Otro. Es obvio que cuando uno pone una foto, o escribe algo, es para un otro, el Otro. Un ejemplo del ideal del yo es subir una foto con la pareja. Una parte puede gustarle la sensación de que mi ex la vea, o puede ser que la quiero presumir a otras personas, o estoy enamorado y quiero que todos lo sepan porque quiero compartir mi alegría. De cualquier manera el mensaje está dirigido al Otro (sea uno o muchos). La foto de la mujer en bikini ¿Quién quiere que la vea? ¿Qué le causa ser vista? La historia de Snapchat en la fiesta ¿Qué le quiero decir a quien? Poner la frase de un escritor del que no he leído ni un libro ¿Qué quiero ser en lo que los demás piensan que soy? En diferentes niveles el Otro nos define en las redes. Es una falacia decir que uno la sube porque “le pareció bonita” o el famoso “porque si”, ya que siempre como nos mostramos en la red tiene una razón para nosotros y el Otro. Siempre hay un criterio, un anhelo consciente y un deseo inconsciente, que discrimina como nos relacionamos con el Otro en las redes, y como este nos define. Así necesitamos hacer la pregunta que evitamos ¿Dónde estoy más allá del Otro? 

Otro autor que nos puede orientar en como las redes sociales nos pueden afectar en nuestro desarrollo es Erik Erikson (nombre que siempre me ha parecido curioso). Según Erikson, a lo largo de la vida pasamos por unas etapas en el desarrollo en las que tenemos ciertas metas, la cuales de ser o no ser cumplidas se llevaran como una especie de karma a las demás (Monte, Sollod, Wilson; 2009).  Por ejemplo, en la adultez tardía el individuo busca sentir que está generando una especie de orientación o legado para la generación siguiente (sean los hijos, la comunidad, etc). En el caso de que no se logre esto, el individuo probablemente se sienta estancado, asilado en sí mismo, y aburrido; sentimiento que llevara a la vejez. Son varias estas etapas y se podría hacer un ensayo extenso de estas y como se ven influenciadas por las redes sociales. Pero por motivos de este ensayo vamos a enfocarnos en lo que a mi parecer es la más influida por estas, en la formación de la identidad de la adolescencia. La adolescencia podemos decir que se comprende desde la pubertad hasta que el cerebro termina de desarrollarse alrededor de los veintiún años. Según Erikson, en esta etapa conformamos nuestra identidad (muy distinto a la personalidad) dependiendo de dos cosas: como hayamos pasado las etapas anteriores y que espacio se nos da para probar varios roles y desarrollar nuestra identidad. La identidad debe formarse en el marco que encaje en la sociedad. Puedo querer ser una estrella de rock, pero para eso música que yo compongo le tiene que gustar a los demás. Por ello, la aprobación de los demás es crucial en como desarrollamos una identidad, sea positiva o negativa. Como también nos advierte que el peligro en la adolescencia es la confusión de identidad y el no tener las herramientos para tener una identidad clara a la que le seamos fieles. En el día de hoy los adolescentes están más expuestos que nunca al escaño público. Los likes y los comentarios son maneras en las que los demás dan un feedback a la identidad que ellos decidieron postear. Como arma de doble filo puede ayudar a encontrar un nicho de gente con la misma identidad o sentir que está siendo valorado positivamente por los otros; como a su vez puede sentirse aislado, con pocos likes, y hasta con feedback negativo. Todo esto afecta al adolescente en la visión de su identidad a través de la de los demás. Hay que tener claro que, según Erikson, todos queremos ser apreciados por nuestra comunidad, por lo que la identidad puede llegar a ser maleable por la aceptación o rechazo de esta. En las redes sociales un individuo puede estar orgulloso o avergonzado de su cuerpo, sus gustos, su entorno, etc. ¿Hasta qué punto un adolescente puede moldear su identidad a cambio de la sensación de pertenecer, ser aceptado, o hasta ser admirado? ¿Podríamos decir que los adolescentes de esta época pueden sentir una ansiedad mucho mayor en la creación de su identidad al estar constantemente en el escrutinio público?

Es oportuno comentar también el cambio que ha habido desde la publicación del DSM-IV (1994) al DSM-V (2013). El DSM es la biblia diagnóstica de la clínica psicológica, que abarca trastornos como la esquizofrenia, la depresión, doble personalidad, el autismo, etc. Podemos inferir que comentando en cómo evoluciona la clínica de la mente, podemos tener una visión más amplia del malestar en nuestra cultura y cómo evoluciona. Al tener eso en cuenta cabe destacar que varios desordenes como el mutismo y la ansiedad de separación son nuevos en la categoría de ansiedad. También se creó una categoría de “trastorno obsesivo compulsivo y relacionados”, la cual antes era un trastorno individual, en la cual se incluyó el trastorno dismórfico corporal (antes en la categoría de somático), el trastorno de acumulación (acumular cosas sin valor), la tricolomanía (arrancarse el pelo), y la excoriación (arrancarse la piel), los cuales no estaban o estaban en otras categorías. Es también importante comentar que los trastornos alimenticios pasaron de ser dos a ser seis con: pica (comer cosas no comestibles), la ruminación (vomitar, volver a masticar y tragar), trastorno restrictivo (comer solo cierto tipo de alimento), y el trastorno de “atracones” (comer demasiado en una sentada). Es interesante que la gran mayoría de los cambios y nuevos trastornos tengan que ver con la ansiedad, las obsesiones y los trastornos alimenticios, que pueden verse como influidos como una respuesta a la imagen que se tiene de uno mismo y de los otros. Parafraseando a Darian Leader (2008), el inconsciente, que dicta nuestro día a día sin que lo sepamos, se ve influenciado por todos estos estímulos externos, y a los cuales no encontramos palabras para describir o nos cuesta afrontar directamente, los devuelve indirectamente en forma de síntomas simbólicamente relacionados a estos sin que nosotros sepamos. Y aunque no tengamos ningunos de estos trastornos per se, hay que tenerlos en cuenta como extremos o caricaturas de de sensaciones, porque son dolencias que todos hemos llegado a compartir en algún momento. La dolencia de una anoréxica puede parecernos un exceso que ataca la identidad y la integridad física de quien la padece, pero ¿quién no ha estado insatisfecho por cómo se refleje en un espejo? Me atrevo a decir que siempre puede haber algo de nosotros que quisiéramos cambiar, siendo a veces rudos con nuestra imagen, por lo que quisiéramos que un otro nos viese. Como si constantemente estuviésemos en falta.    

Así que en conclusión podemos llegar a la idea de que las redes sociales, especialmente en exceso, pueden moldear rasgos de nuestra conducta, identidad, y hasta de nuestras dolencias; por como miramos al Otro y como nos imaginamos que este nos mira. Estamos en una época en la que su uso es crucial en lo laboral y social, además de muchas otras ventajas, pero no hay que perder de vista su impacto en nosotros como individuos y sociedad. Por lo anterior vale comparar el uso de las redes con el alcohol, como droga de uso contemporáneo. Nos ayudan a salirnos de la realidad, de nosotros mismos, son adictivas, de uso social, hay de varios tipos, afectan nuestra productividad, y en exceso causan abstinencia, ansiedad y depresión. Así que como con el alcohol, hay que estar atentos a su posible relación con cambios en nuestro comportamiento, nuestra personalidad, quienes somos, y nuestra imagen de quien queremos ser a través de lo que vemos en las del Otro.

Bibliografía

  • Monte, Sollod, Wilson (2009). Debajo de la máscara. (Segunda edición). México: McGraw-Hill Interamericana.
  • Leader, D (2008). Lacan para principiantes. (Primera edición). Argentina: Era Naciente SRL.


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